Abro una puerta y las luces
se acomodan y esperan.
Encojo entonces la pisada
y voy susurrando un alivio.
Después, la oscuridad adormece
y ya, sólo, queda el silencio
y sola se cierra.
Abro una puerta y las luces
se acomodan y esperan.
Encojo entonces la pisada
y voy susurrando un alivio.
Después, la oscuridad adormece
y ya, sólo, queda el silencio
y sola se cierra.
He vuelto a blanquear el árbol
donde grabamos las iníciales,
dije que las hormigas
se comían sus frutos.
Naturalmente mentí,
te sigo esperando
debajo de nuestro árbol
de hojas morera.
Voy a recoger mis pasos
para que avante mi memoria.
No hay retrato del suspiro,
ni del sueño recuerdo;
no hay esperanza en el infierno
ni los mares son oscuros.
A veces me pienso
hurgando en mis adentros
que mi vida ha sido
una persecución de mi mismo.
Los silencios tienen cuitas
que sonríen silenciosas.